LAS MEZQUITAS
Se ha publicado en la prensa la polémica existente en la ciudad de Sevilla por la intención de ejecutar un proyecto de mezquita en el barrio de San Jerónimo. Los andaluces a los que se les quiere colocar el edificio árabe en la puerta de sus casas se han negado ante los problemas que se les viene encima. Los defensores se han levantado formando unidos una gran manifestación. Los autores de tan insistente deseo son los que forman la comunidad árabe de residentes que se están introduciendo en España poco a poco. Lo que más extraña de todo esto es el apoyo que se le está dando a este sector por parte de ciertos políticos y grupos con representación social pero con una clara distinción, que no son religiosos. Algunos son políticos de izquierda, otros ateos, agnósticos, etc., que se han convertido en aguerridos defensores de la instalación de mezquitas que son símbolos de una concepción politico- religiosa que pretenden extender por todos los ámbitos de la sociedad y que pensábamos que estaba más que superada desde hace muchos años.
Con este motivo de defensa de, no solo el alzamiento del edificio religioso, sino lo que consideran una lucha contra el racismo y la xenofobia, la colocaron como lema de la marcha. Se confunde lo que es el rechazo al extranjero- que por supuesto es reprobable- y otra lo que es la defensa de quienes pretenden imponer creencias contrarias a la defensa de los derechos humanos, a la igualdad de géneros o a la misma democracia.
Lo único que nos faltaba es que también nuestra sociedad tuviera que sufrir una invasión de ayatolás, de almuédanos, de peregrinaciones multitudinarias mahometanas, o cumplimiento del Ramadán. No se puede defender lo indefendible. No se puede dar pasos atrás en la defensa de nuestra cultura y de los derechos humanos conseguidos.
¿No es mejor luchar por construir un centro multicultural con biblioteca donde conocernos más y compartir más? ¿No es mejor un centro donde los que llegan puedan conocernos y sentirse orgullosos de su identidad cultural? ¿No es mejor un centro donde las nuevas generaciones de inmigrantes no olviden sus raíces pero acepten la cultura y costumbres occidentales?
Lo que no se entiende es que políticos y grupos sociales que rechazan ahora los signos públicos de nuestra identidad cultural cristiana de tantos siglos, pretendan defender la instalación de símbolos de una identidad cultural distinta, extranjera y chocante con nuestra idiosincrasia y forma de ser.
La inmigración árabe que se está dando en muchos países europeos va aumentando cada vez más. En Francia ya se ha producido una invasión del país donde la comunidad pasa ya de los seis millones. Se está creando un problema de identidad nacional como respuesta a los disturbios que produce la integración del mundo musulmán que no se adapta sino que pretende introducir su religión. La sociedad francesa se declara contraria a la proliferación de mezquitas y minaretes. Aquí, en Andalucía, que tanto gusta de copiar lo de otros países como la introducción de Papá Noel o la fiesta de Halowen, no vayamos a ser tan torpes que tengamos que arrepentirnos un día por haber sustituido nuestros símbolos culturales y promovido el velo islámico.
E. Caldelas. Diciembre 2009.-
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