Me ha llamado Luis Suárez -al igual que otros caballeros a los que agradezco de corazón su interés- pero le cito a él porque le ha hecho gracia que yo dijera en el blog: “creo que estoy bien”.
En efecto, querido Caballero, la frase intenta ser lo más acertada posible en esto de la apreciación de la propia salud.
Para empezar no me han dado, al salir del hospital, un cuestionario con el que autoevaluar de una forma poco más o menos objetiva y que determine con un mínimo de fiabilidad mi estado de salud. Sin una herramienta de valoración es difícil aventurarse a un veredicto sensato. Cualquier respuesta puede ser improvisada e imprecisa.
Una forma de acercarnos a una apreciación fidedigna sería por el dolor. Por ejemplo, si exclamas: “La madre que parió al pirata y tos sus muertos pisoteos a caballo”, sería señal de un dolor muy agudo, por ejemplo, un 9. Si, por el contrario increpas con un: Jo!, qué leche” será señal inequívoca de un dolor leve y soportable, un 3.
Pero mire usted por dónde, el cáncer no duele. Así que empezamos mal y se nos cae por tierra esta metodología para poder darle un tinte de cierta “cientificidad” a la medición del propiio estado de salud.
Además, los análisis de la zurrapa que me han quitado, no llegan hasta dentro de veinte días -que estando en el mes de agosto como estamos, pueden ser treinta o cuarenta- por lo que tampoco disponemos por el momento de esa herramienta indicativa. Por cierto que los resultados de este análisis no van de malo a bueno (maligno/benigno), puesto que no es una dimensión bipolar –bueno/malo- sino unipolar que va de malo a joputa. Pues ni eso tenemos por ahora.
Por otra parte, como uno no entiende ni migita del tema, no tiene fundamento para interpretar síntomas nuevos que jamás ha vivido.
Que me duele, ¡hombre pues claro! me han estado cortando y quemando al mismo tiempo, con una especie de alambre curvo –como un anzuelo- las protuberancias indeseables tal como yo lo estaba viendo en el mismo televisor que miraba el cirujano para guiarse. Al cortar hacía un ruidito así como fuuuu…, y al quemar hacía un cierto ruido como los cables eléctricos en la noche de tormenta de una película de miedo: “shriiiii”. Al cortarme el buen hombre un trozo se le quedó atrás una hebra y ya estaba yo a punto de decirle ¡eh, cuidado a la izquierda! Cuando se ve que se dio cuenta y volviendo atrás, a contrapelo, hizo “fuuuuu…” y después “shriiii…”
En fin que esto de responder a la pregunta de ¿cómo estás?, no resulta tan fácil como pueda parecer al pronto ya que se trata de una percepción subjetiva para cuya interpretación careces de datos objetivos fiables suficientes.
Y ya no voy a complicarme la vida en el aprendizaje de esta valoración objetiva en situaciones novedosas a estas alturas.
Así que pasándolo bien, para autoevaluar mi estado de salud utilizaré en adelante otra vara de medir: las ganas de cachondeo. Digo.
Así que estoy bien, amigo, Caballero y genuino tocayo.
Luiyi
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