manolo basallote muñoz
Escenario: Tienes que hacer un viaje.
Año 1977: Viajas en un avión de Iberia, te dan de comer y te invitan a lo que quieras de beber, todo servido por azafatas espectaculares en un asiento en el que caben dos como tú.
Año 2007: Entras en el avión abrochándote el cinturón de los pantalones que te han hecho quitar para pasar el control, te sientan una butaca en la que si respiras profundo le metes el codo en el ojo al de al lado y si tienes sed el azafato te ofrece una carta con las bebidas y sus precios subidos un 50% porque sí. Y no protestas por si acaso cuando aterrizas te meten el dedo por el culo para ver si llevas drogas.
Escenario: Manolo tiene pensado ir al bosque después de clase, según entra al colegio le enseña una navaja a Pancho con la que pretende hacer un tirachinas.
Año 1977: El subdirector lo ve y le pregunta donde las venden, y le enseña la suya, que es antigua, pero mas buena.
Año 2007: La escuela se cierra, llaman a la Guardia Civil y llevan a Manolo al reformatorio. Antena 3 y Tele cinco presentan los informativos de las 15:00 desde la puerta del colegio.
Escenario: Disciplina escolar:
Año 1977: Hacías una putada en clase. El profesor te metía dos buenas hostias bien merecidas. Al llegara a casa tu padre te arreaba otras dos.
Año 2007: Haces una putada.. El profesor te pide disculpas. Tu padre te pide disculpas y te compra una moto.
Escenario: Fran y Marcos se reparten unos puñetazos después de clase.
Año 1977: Los compañeros los animan; Marcos gana. Se dan la mano y terminan siendo colegas en los billares.
Año 2007: La escuela se cierra, Tele 5 proclama el mes antiviolencia escolar, el periódico 20 Minutos titula a cinco columnasel asunto y Antena 3 aposta de nuevo a Matías Prats en pleno temporal frente a la puerta del colegio para presentar el telediario.
Escenario: Luis rompe el cristal de un coche en el barrio; su padre saca el cinturón y le pega unos buenos latigazos con él.
Año 1977: Luis tiene más cuidado la próxima vez, crece normalmente, va a la universidad y se convierte en un hombre negocios con éxito.
Año 2007: Arrestan al padre de Luis por maltrato a menores. Sin la figura paterna, Luis se une a una banda. Los psicólogos convencen a su hermana de que el padre abusaba de ella y lo meten en la cárcel. La madre de Luis se enrolla con el psicólogo. Mercedes Mila abre la final de Gran Hermano con un discurso relativo a la noticia.
Escenario: Juan se cae mientras echaba una carrera y se araña en la rodilla. Su profesora, María, se lo encuentra llorando al borde del camino. María lo abraza para confortarlo.
Año 1977: Al poco rato, Juan se siente mejor y sigue jugando.
Año 2007: María es acusada de perversión de menores y se va al paro. Se enfrenta a tres años de cárcel. Juan se pasa cinco años de terapia en terapia. Sus padres demandan al colegio por negligencia y a la profesora por trauma emocional, ganando ambos juicios. María, en paro y endeudada, se suicida tirándose desde un edificio. Cuando aterriza, lo hace encima de un coche y también rompe una maceta. El dueño del coche y el dueño de la planta demandan a los herederos de María por destrucción de la propiedad. Ganan. Tele 5 y Antena 3 producen juntos la película y definitivamente el plató de los informativos ya queda emplazado en medio de la calle.
Escenario: Relación habitual entre padre e hijo.
Año 1977: Le pido dinero a mi padre para salir.
Año 2007: Mi padre me pide dinero para apaciguar al banco.
Escenario: llega el 28 de octubre.
Año 1977: Llega el día del cambio de horario de verano al horario de invierno. No pasa nada.
Año 2007: Llega el día del cambio de horario de verano al horario de invierno. La gente sufre trastornos del sueño, depresión y amenorrea.
Escenario: El fin de las vacaciones.
Año 1977: Después de chuparse una caravana del copón con toda la familia metida en un seiscientos tras 15 días de vacaciones en lacosta, se terminan las vacaciones. Al día siguiente se trabaja y no pasa nada.
Año 2007: Después de volver de Cancún, en un viaje todo pagado. Se terminan las vacaciones y la gente sufre trastornos del sueño, depresión y seborrea.
Conclusión: Nos hemos vuelto gilipollas. Bien nos iría ser un poco normales y decirle a los medios de comunicación que no sean tan sensacionalistas.
viernes, 19 de junio de 2009
viernes, 12 de junio de 2009
El paradigma (2ª PARTE)
Ese gran personaje mítico que fue Marchena Picuito, íntimo amigo de Carlos “el Funcionario”, inolvidable protagonista de tantísimo evento histórico de su club, siempre enfundado en su camiseta amarilla, enarbolando la bandera de su equipo y corriendo con su gorrita bicolor por la banda de tribuna, al que en buena medida apoyó casi desde que iban juntos al parvulario, experimentó en su vida de científico la dureza del cambio de paradigma.
No podemos tampoco olvidar que tanto Marchena como Carlos eran parientes cercanos de Maria “la de la yerbabuena”, quien hiciera famoso el poema de “ole, ole y ole; y el que no diga ole que se le seque la yerbabuena”, precursora a su vez de esa pléyade de poetas y sublime rimadores que, cada año se dan cita en el gallinero del Falla y en el teatro Florida de Algeciras.
Si quieren estar al día de estas manifestaciones literarias, les aconsejo que compren mi libro “Octosilaba carmina asonantae rimae atque carnavalorum stultitiae” (Manual de perlas armonizadas del buen rimador carnavalero)
Comentaba antes, para no perder el hilo, que Marchena experimentó en su vida de científico la dureza del cambio de paradigma, y mantenía con firmeza la hipótesis de que, si a Newton, en vez de una manzana, le hubiera caído un paradigma con toda su estructura molecular encima de la cabeza, y con lo que eso duele, el cambio hubiera sido trascendental.
Axiomáticamente la mecánica newtoniana a la relatividad hubiera experimentado una mutación significativa. En síntesis, nunca hubiera existido esa teoría. Porque a Newton, después de aquella chocante experiencia, jamás se le hubiera ocurrido echarse una siestesilla debajo de un árbol.
Quiero hacer un inciso para advertir que lo de la tan cacareada teoría de la relatividad, que, después, a principios de siglo, el ilustre sindicalista francés Cordonbleu à la Meunière asoció con la ley de la gravedad, no era más que un bulo, un montaje y un cuento chino. Pero dejemos esto aparcado a un lado y más adelante lo retomaré para demostrarlo.
Un caso íntimamente relacionado con el paradigmatazo de Newton es el de Pyotr Ilyich Tchaikovsky. Estimo que no es necesario recordar que el verdadero nombre de este genial panadero y compositor ruso no era Tchaikovsky. Todos, sin duda, recordarán que se llamaba Pyotr Ilyich Pakhin, por su desmesurada y pecaminosa afición fálica-deslizo-atusante.
Hasta aquí todo claro, no? Pues bien, ahora voy a tratar de explicarme a ver si logro que vds. entiendan el por qué de la permuta del nombre y su reciprocidad con el extravagante caso de Newton.
Otro inciso. Habrán observado que me estoy expresando en un lenguaje más coloquial, más al alcance de mentes menos privilegiadas y cultas.
Es que he recibido bastantes quejas en ese sentido:, , Yo que sé!, Un lío!
Entiendo que exista todavía un amplio sector que siga sin entenderme. Pero señores, es que me estáis exigiendo que me estáis cansando! A ver si se enteran vds. que yo tengo un estilo muy culto y refinado. Que no me podéis reclamar que escriba como si estuviera escarbando mis huesos molares con un palillo de madera o hurgando el pabellón auditivo con esa larga protuberancia ungulada que muchos llevan en su dedo meñique, leche! Y a ver si se sumergen vds. en la profundidad del pensamiento que les quiero transmitir, porque estoy pretendiendo abrir una ventana cultural y no hacen más que apedrearme los cristales.
Estábamos en lo del nombre del compositor. La palabra Tchaikovsky se forma de la asociación, o “nexo de unión”, (enorme palabro), entre dos interjecciones azerbaiyanas yustapuestas: “tchay!” y “kovsky!” de las que de momento no se puede extraer una traducción fiable y fidedigna.
Algunos filólogos cirílicos, los más pijoteros, las definen como “Ostris! - Pedrín!”. Otros, más vanguardistas, osados y resueltos se atreven a interpretarlas como “cago-en-la-leche-puta!”, [con perdón]. Y más recientemente los insignes maestros en ingeniería lingüística de la universidad de Massachussets, Black and Decker, junto con los prestigiosos jugadores de chapolín Rimsky y Korsakov, en contraposición a lo sostenido por el distinguido prestidigitador alicantino Faber-Castell, defienden, sin el más mínimo rubor, ni atisbo de sonrojo, que la traducción exacta es “la-mare-que-lo-parió!”
Hablando de los hermanos Korsakov me gustaría hacer una breve pausa para analizar sutilmente lo que, entre los emborronadores de papel pautado, se ha venido en llamar “música descriptiva”. Sublime expresión!; “música descriptiva!”
Entre las más renombradas están: “El Moldava” ( *I* - *II* ) del checo Bedrich Smetana, que narra el discurrir del rio Moldau a su paso por Praga; “Una Noche en el Monte Pelado” de Modest Moussorsky, o “Cuadros de una Exposición” ( *I* - *II* - *III* - *IV* ) del mismo autor y tan magistralmente orquestado por Joseph Maurice Ravel; el mismo “Capricho Español” de los hermanos soviéticos citados anteriormente; o para concluir el “Vals Triste” de Juan Sibelius que recrea el sueño de un hijo que ve cómo su anciana madre, mientras suena la música, se levanta a abrir la puerta de su casa para dejar entrar y bailar con la muerte. Música descriptiva? Y por qué? O es que pretenden que yo vea con mis ojos lo que entra por mis oídos. Vamos, hombre!
Prosigamos con la exposición: Y es que Tchaikovsky, o mejor dicho, Pakhin, hizo popular esta expresión, que más adelante se convertiría en su apodo, por lo que os voy a narrar a continuación:
Dicen, cuentan, comentan y hasta glosan que cuando el músico estaba componiendo su cuarto concierto para piano y orquesta, el extinto concierto en Fa# menor, opus 82, tuvo el siguiente percance:
Bueno, perdón. La historia no es así realmente. El concierto ya estaba compuesto. Ya lo había terminado, e incluso estrenado; por cierto con gran éxito de público y crítica taurina.
Primero lo había escrito en ruso, como es de suponer. Lo que pasa es que, como era tan elegante, selecto y exquisito, se dijo a sí mismo: “Después del triunfo obtenido, voy a traducirlo al francés para que sea mejor considerado y pueda ser interpretado en el resto de Europa, gozando todos de esta sublime maravilla”. Y, así, se puso manos a la obra.
Transcribió el Allegro quasi presto del primer movimiento, sin apenas dificultades, salvo algunas rencillas surgidas entre un calderón y un tresillo, debido a un enfrentamiento, por unos celos mal interpretados con la Marsellesa que casualmente pasaba por allí.
Al primer movimiento le siguió el andante maestoso del segundo movimiento, esta vez sin ningún tipo de incidentes. Pero héteme aquí, que la cosa se complicó en el último y tercer movimiento: Concretamente en el “finale presta assai”
Resulta que, intentando corregir un error en un cromatismo diatónico del compás 123, se le cayó la goma de borrar al suelo, con tan mala fortuna que, al intentar recuperarla, se agachó y le propinó un codazo al atril donde estaban las partituras, haciéndolo tambalear.
Como consecuencia de esto, se desplomó el armazón de la clave, cayendo en picado, y precipitándose sobre la cabeza del músico, la clave de DO en 4ª, la más pesada y la que se usa para las violas, varios silencios maliciosos de corcheas y tres docenas de compases con arpegios ascendentes y descendentes de fusas, que estaban siendo usados para atacar el “finale presto con brío”.
¿Qué había pasado, pues? ¿Por qué ese colapso pentagrámico repentino? Permítanme que se lo explique:
El primer error de Pyotr Ilyich, o gili-pyotr, fue iniciar la trascripción de la obra del ruso al francés sin tomar las debidas precauciones.
Porque, en teoría, meterse en un berenjenal de ese calibre, no debería suponer ningún riesgo. Pero había que tomar una serie de cautelas y tener en cuenta determinados elementos que el músico no supo, o no quiso valorar. Porque el músico era músico, muy bueno por cierto, pero no era estratega. Y ahí la cagó.
Hoy, estas manipulaciones transcriptivas no entrañan ningún peligro. Con las nuevas técnicas informáticas, se puede traducir cualquier paquete de pentagramas a cualquier idioma, sin que por ello suponga riesgo alguno.
Miren: En este caso concurrieron varios mecanismos, que en un momento determinado, se hicieron incontrolables, desembocando en esta triste tragedia.
Ya de entrada, ese día, Piotr andaba un poco mosca y venía con un cabreo supino, porque acababa de acudir al colegio electoral de su circunscripción y había tenido un enfrentamiento verbal con el interventor del partido de Ségolène Royal, quien no le había permitido que él mismo depositara el voto en la urna. (Savante, docte et érudite gilipoyuá, que diría el distinguido cronista Alonsanfán Delapatrí)
Pero vamos, éste es un incidente sin la mayor trascendencia y que realmente no deberíamos valorar. Centrémonos pues en el tema:
En primer lugar, la obra, que como vds. recordarán estaba escrita en Fa# menor, con el paso del tiempo, creció y maduró.
Entre su creación, las correcciones oportunas por parte del autor, el tiempo de espera hasta que fue censurada y aprobada por el comité ejecutivo del partido comunista de las tierras vascas y el Soviet Supremo, su impresión en la tipografía, su distribución entre los componentes de la orquesta para que se la aprendieran, los ensayos y el período que su creador se tomó en la traducción al francés, maduró. Sí señor, la obra maduró. Engordó y adquirió peso y volumen. Sin que nadie lo advirtiera pasó de Fa# menor a Sol bemol mayor.
Además, el hecho de estar en francés influyó bastante, porque no se habrán olvidado que los compases arpegiados que se desprendieron eran de “fusas”. En español “fusa” y en ruso “dach”. Pero en francés NO!, no es tan simple; se dice, se pronuncia y se escribe “triple-croche”.
Si traducimos literalmente esta palabra, nos daría “triple corchea” (es decir, 3 corcheas juntas).
Un último inciso para aclarar que estas explicaciones que estoy dando, las estoy haciendo para todos aquellos que saben música y hablan francés, o que saben música y no hablan francés, o hablan francés y no saben música. Pero si tú no te encuentras comprendido en ninguno de estos grupos: Picha!, o chochi!, (para que no se enfade Viviana) más vale que lo dejes y pases a la página 36, porque, aparte de ser un ignorante, no te vas a enterar de nada.
Proseguimos: Así que si sumamos al peso de la obra, la madurez obtenida con los años, su amplitud, su volumen, y para mayor inri, el valor de las fusas que había que multiplicar por tres, el desenlace era inevitable.
En plus il faut souligner (Perdón, sin darme cuenta, me he puesto a escribir en francés. Me van a perdonar, pero es algo congénito que me vino involuntariamente desde que mi madre me amamantaba. Y es que ella, mientras me daba el pecho, leía el discurso del metodo de René Descartes y todo el lío del Puto cojito ese).
Decía que además hay que enfatizar que los franceses tenían la fea costumbre de afilar las puntas de las plicas concienzudamente. Fíjense que afilar en francés se dice “aiguiser” (hacer agudo, -hay que tener mala leche, no?-)
Estimo que no es necesario aclarar que las plicas son esos palitos negros demacrados que están encima de los símbolos de las notas y que, a partir de las corcheas llevan una o varias banderitas onduladas adosadas en su esqueleto.
Unido a todo eso, hay que destacar que, acosado por los empresarios, no había sostenido (#) el tono concienzudamente en el armazón de la clave. sino que lo había prendido con alfileres, y con el agravante de que no sólo no estaba sostenido, sino que, además, se le habían añadido 6 bemoles, como corresponde al tono de sol bemol.
Incuestionablemente no le podía ocurrir otra cosa sino que se le viniera encima todo el entramado armónico del 3º movimiento.
Imagínense esa clave de Do en 4ª desprendida, cayendo a plomo sobre su cabeza; los cientos de fusas arpegiadas despeñándose en picado con sus plicas afiladas hacia abajo, como un ejército de avispas irritadas aguijoneando su espalda, y los maliciosos silencios de corcheas mandándolo a callar.
Fue en ese momento, justo en ese momento, cuando, en un ataque de ira incontrolado, exclamó: “Tchay! - Kovsky!”, que, como ya expliqué al principio, significa: “qué le vamos a hacer, empezaré de nuevo”. Y acto seguido, le dio una patada al atril, rompió las partituras, (las francesas y las rusas) y nos quedamos sin el concierto nº 4 para piano y orquesta en Fa# menor.
Estimo que ya se habrán percatado de que de ahí le viene el nombre o apodo de Tchaykovsky.
Evidentemente también ha quedado clara la íntima relación que existe entre el paradigma de Newton y el concierto de Pyotr.
Por último, y ya concluyo, como decía monseñor Añoveros, y después se tiraba hablando dos horas más, entre “ya concluyo” y “termino con esto”, queda por demostrar la desmitificación de la teoría de la relatividad y su relación asociada a la ley de la gravedad.
Sí señor, todo eso no fue más que una pantomima inventada por Newton para distraer la atención de la Inquisición que, en aquella época lo estaba investigando por unos asuntillos de prevaricación y cohecho denunciados por un muchacho (garçon en francés), cuyo nombre no recuerdo bien, pero creo que era afín a uno de los tres Reyes Magos.
Vamos a ver si me explico: Estaba yo haciendo la mili en el cuartel de instrucción de San Fernando…
A propósito de mili: (el último inciso, por mi madre). Me viene a la memoria que en aquella época, y para sacar unas perrillas, yo le estaba dando clases de música y guitarra a la hija de un coronel americano. Y recuerdo que su padre me invitó a un concierto en la base naval de Rota.
Fuimos en su coche y, cuando llegamos a la sala del concierto, había una cola enorme para entrar. Yo me dije para mis adentros: “Esta cola no me la chupo yo. Voy con el coronel. Seguro que nos colamos.”
Y un cuerno! Media hora esperando. Imagínense la mentalidad de aquella época. Afortunadamente hoy eso no existe. Ya no hay enchufismos ni prerrogativas para nadie. Todos iguales!
Estaba comentando lo del cuartel de San Fernando. Pues bien, en una de las clases teóricas, un sargento nos abrió los ojos. Nos dijo: “Suponed que yo tiro una piedra hacia arriba. Llega un momento en el que deja de ascender y vuelve de nuevo hacia abajo. ¿Sabéis por qué se produce este fenómeno? Muy fácil: por las teorías de Newton y la ley de la gravedad. Pero no os preocupéis, porque si esas teorías y esas leyes no existieran, la piedra caería también, pero impulsada por su propio peso.”
Así que, señores, si la piedra cae por su propio peso, lo de Newton es un cuelo. No? No se pierdan el último capítulo que tratará sobre la casuística de la auto introducción del voto en la urna electoral y los cabreos supinos que algunos se atrapan, de conformidad con lo dispuesto en el punto 3 del artículo ochenta y seis, Sección XIII, Capítulo VI, Título I, de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General vigente, o como diría el mismísimo José Larralde: “Nunca trates de erigirte en juez de problema ajeno. El rancho tuyo esta lleno de cosas por arreglar”.
Manolo Argumedo.
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No podemos tampoco olvidar que tanto Marchena como Carlos eran parientes cercanos de Maria “la de la yerbabuena”, quien hiciera famoso el poema de “ole, ole y ole; y el que no diga ole que se le seque la yerbabuena”, precursora a su vez de esa pléyade de poetas y sublime rimadores que, cada año se dan cita en el gallinero del Falla y en el teatro Florida de Algeciras.
Si quieren estar al día de estas manifestaciones literarias, les aconsejo que compren mi libro “Octosilaba carmina asonantae rimae atque carnavalorum stultitiae” (Manual de perlas armonizadas del buen rimador carnavalero)
Comentaba antes, para no perder el hilo, que Marchena experimentó en su vida de científico la dureza del cambio de paradigma, y mantenía con firmeza la hipótesis de que, si a Newton, en vez de una manzana, le hubiera caído un paradigma con toda su estructura molecular encima de la cabeza, y con lo que eso duele, el cambio hubiera sido trascendental.
Axiomáticamente la mecánica newtoniana a la relatividad hubiera experimentado una mutación significativa. En síntesis, nunca hubiera existido esa teoría. Porque a Newton, después de aquella chocante experiencia, jamás se le hubiera ocurrido echarse una siestesilla debajo de un árbol.
Quiero hacer un inciso para advertir que lo de la tan cacareada teoría de la relatividad, que, después, a principios de siglo, el ilustre sindicalista francés Cordonbleu à la Meunière asoció con la ley de la gravedad, no era más que un bulo, un montaje y un cuento chino. Pero dejemos esto aparcado a un lado y más adelante lo retomaré para demostrarlo.
Un caso íntimamente relacionado con el paradigmatazo de Newton es el de Pyotr Ilyich Tchaikovsky. Estimo que no es necesario recordar que el verdadero nombre de este genial panadero y compositor ruso no era Tchaikovsky. Todos, sin duda, recordarán que se llamaba Pyotr Ilyich Pakhin, por su desmesurada y pecaminosa afición fálica-deslizo-atusante.
Hasta aquí todo claro, no? Pues bien, ahora voy a tratar de explicarme a ver si logro que vds. entiendan el por qué de la permuta del nombre y su reciprocidad con el extravagante caso de Newton.
Otro inciso. Habrán observado que me estoy expresando en un lenguaje más coloquial, más al alcance de mentes menos privilegiadas y cultas.
Es que he recibido bastantes quejas en ese sentido:
Entiendo que exista todavía un amplio sector que siga sin entenderme. Pero señores, es que me estáis exigiendo que me estáis cansando! A ver si se enteran vds. que yo tengo un estilo muy culto y refinado. Que no me podéis reclamar que escriba como si estuviera escarbando mis huesos molares con un palillo de madera o hurgando el pabellón auditivo con esa larga protuberancia ungulada que muchos llevan en su dedo meñique, leche! Y a ver si se sumergen vds. en la profundidad del pensamiento que les quiero transmitir, porque estoy pretendiendo abrir una ventana cultural y no hacen más que apedrearme los cristales.
Estábamos en lo del nombre del compositor. La palabra Tchaikovsky se forma de la asociación, o “nexo de unión”, (enorme palabro), entre dos interjecciones azerbaiyanas yustapuestas: “tchay!” y “kovsky!” de las que de momento no se puede extraer una traducción fiable y fidedigna.
Algunos filólogos cirílicos, los más pijoteros, las definen como “Ostris! - Pedrín!”. Otros, más vanguardistas, osados y resueltos se atreven a interpretarlas como “cago-en-la-leche-puta!”, [con perdón]. Y más recientemente los insignes maestros en ingeniería lingüística de la universidad de Massachussets, Black and Decker, junto con los prestigiosos jugadores de chapolín Rimsky y Korsakov, en contraposición a lo sostenido por el distinguido prestidigitador alicantino Faber-Castell, defienden, sin el más mínimo rubor, ni atisbo de sonrojo, que la traducción exacta es “la-mare-que-lo-parió!”
Hablando de los hermanos Korsakov me gustaría hacer una breve pausa para analizar sutilmente lo que, entre los emborronadores de papel pautado, se ha venido en llamar “música descriptiva”. Sublime expresión!; “música descriptiva!”
Entre las más renombradas están: “El Moldava” ( *I* - *II* ) del checo Bedrich Smetana, que narra el discurrir del rio Moldau a su paso por Praga; “Una Noche en el Monte Pelado” de Modest Moussorsky, o “Cuadros de una Exposición” ( *I* - *II* - *III* - *IV* ) del mismo autor y tan magistralmente orquestado por Joseph Maurice Ravel; el mismo “Capricho Español” de los hermanos soviéticos citados anteriormente; o para concluir el “Vals Triste” de Juan Sibelius que recrea el sueño de un hijo que ve cómo su anciana madre, mientras suena la música, se levanta a abrir la puerta de su casa para dejar entrar y bailar con la muerte. Música descriptiva? Y por qué? O es que pretenden que yo vea con mis ojos lo que entra por mis oídos. Vamos, hombre!
Prosigamos con la exposición: Y es que Tchaikovsky, o mejor dicho, Pakhin, hizo popular esta expresión, que más adelante se convertiría en su apodo, por lo que os voy a narrar a continuación:
Dicen, cuentan, comentan y hasta glosan que cuando el músico estaba componiendo su cuarto concierto para piano y orquesta, el extinto concierto en Fa# menor, opus 82, tuvo el siguiente percance:
Bueno, perdón. La historia no es así realmente. El concierto ya estaba compuesto. Ya lo había terminado, e incluso estrenado; por cierto con gran éxito de público y crítica taurina.
Primero lo había escrito en ruso, como es de suponer. Lo que pasa es que, como era tan elegante, selecto y exquisito, se dijo a sí mismo: “Después del triunfo obtenido, voy a traducirlo al francés para que sea mejor considerado y pueda ser interpretado en el resto de Europa, gozando todos de esta sublime maravilla”. Y, así, se puso manos a la obra.
Transcribió el Allegro quasi presto del primer movimiento, sin apenas dificultades, salvo algunas rencillas surgidas entre un calderón y un tresillo, debido a un enfrentamiento, por unos celos mal interpretados con la Marsellesa que casualmente pasaba por allí.
Al primer movimiento le siguió el andante maestoso del segundo movimiento, esta vez sin ningún tipo de incidentes. Pero héteme aquí, que la cosa se complicó en el último y tercer movimiento: Concretamente en el “finale presta assai”
Resulta que, intentando corregir un error en un cromatismo diatónico del compás 123, se le cayó la goma de borrar al suelo, con tan mala fortuna que, al intentar recuperarla, se agachó y le propinó un codazo al atril donde estaban las partituras, haciéndolo tambalear.
Como consecuencia de esto, se desplomó el armazón de la clave, cayendo en picado, y precipitándose sobre la cabeza del músico, la clave de DO en 4ª, la más pesada y la que se usa para las violas, varios silencios maliciosos de corcheas y tres docenas de compases con arpegios ascendentes y descendentes de fusas, que estaban siendo usados para atacar el “finale presto con brío”.
¿Qué había pasado, pues? ¿Por qué ese colapso pentagrámico repentino? Permítanme que se lo explique:
El primer error de Pyotr Ilyich, o gili-pyotr, fue iniciar la trascripción de la obra del ruso al francés sin tomar las debidas precauciones.
Porque, en teoría, meterse en un berenjenal de ese calibre, no debería suponer ningún riesgo. Pero había que tomar una serie de cautelas y tener en cuenta determinados elementos que el músico no supo, o no quiso valorar. Porque el músico era músico, muy bueno por cierto, pero no era estratega. Y ahí la cagó.
Hoy, estas manipulaciones transcriptivas no entrañan ningún peligro. Con las nuevas técnicas informáticas, se puede traducir cualquier paquete de pentagramas a cualquier idioma, sin que por ello suponga riesgo alguno.
Miren: En este caso concurrieron varios mecanismos, que en un momento determinado, se hicieron incontrolables, desembocando en esta triste tragedia.
Ya de entrada, ese día, Piotr andaba un poco mosca y venía con un cabreo supino, porque acababa de acudir al colegio electoral de su circunscripción y había tenido un enfrentamiento verbal con el interventor del partido de Ségolène Royal, quien no le había permitido que él mismo depositara el voto en la urna. (Savante, docte et érudite gilipoyuá, que diría el distinguido cronista Alonsanfán Delapatrí)
Pero vamos, éste es un incidente sin la mayor trascendencia y que realmente no deberíamos valorar. Centrémonos pues en el tema:
En primer lugar, la obra, que como vds. recordarán estaba escrita en Fa# menor, con el paso del tiempo, creció y maduró.
Entre su creación, las correcciones oportunas por parte del autor, el tiempo de espera hasta que fue censurada y aprobada por el comité ejecutivo del partido comunista de las tierras vascas y el Soviet Supremo, su impresión en la tipografía, su distribución entre los componentes de la orquesta para que se la aprendieran, los ensayos y el período que su creador se tomó en la traducción al francés, maduró. Sí señor, la obra maduró. Engordó y adquirió peso y volumen. Sin que nadie lo advirtiera pasó de Fa# menor a Sol bemol mayor.
Además, el hecho de estar en francés influyó bastante, porque no se habrán olvidado que los compases arpegiados que se desprendieron eran de “fusas”. En español “fusa” y en ruso “dach”. Pero en francés NO!, no es tan simple; se dice, se pronuncia y se escribe “triple-croche”.
Si traducimos literalmente esta palabra, nos daría “triple corchea” (es decir, 3 corcheas juntas).
Un último inciso para aclarar que estas explicaciones que estoy dando, las estoy haciendo para todos aquellos que saben música y hablan francés, o que saben música y no hablan francés, o hablan francés y no saben música. Pero si tú no te encuentras comprendido en ninguno de estos grupos: Picha!, o chochi!, (para que no se enfade Viviana) más vale que lo dejes y pases a la página 36, porque, aparte de ser un ignorante, no te vas a enterar de nada.
Proseguimos: Así que si sumamos al peso de la obra, la madurez obtenida con los años, su amplitud, su volumen, y para mayor inri, el valor de las fusas que había que multiplicar por tres, el desenlace era inevitable.
En plus il faut souligner (Perdón, sin darme cuenta, me he puesto a escribir en francés. Me van a perdonar, pero es algo congénito que me vino involuntariamente desde que mi madre me amamantaba. Y es que ella, mientras me daba el pecho, leía el discurso del metodo de René Descartes y todo el lío del Puto cojito ese).
Decía que además hay que enfatizar que los franceses tenían la fea costumbre de afilar las puntas de las plicas concienzudamente. Fíjense que afilar en francés se dice “aiguiser” (hacer agudo, -hay que tener mala leche, no?-)
Estimo que no es necesario aclarar que las plicas son esos palitos negros demacrados que están encima de los símbolos de las notas y que, a partir de las corcheas llevan una o varias banderitas onduladas adosadas en su esqueleto.
Unido a todo eso, hay que destacar que, acosado por los empresarios, no había sostenido (#) el tono concienzudamente en el armazón de la clave. sino que lo había prendido con alfileres, y con el agravante de que no sólo no estaba sostenido, sino que, además, se le habían añadido 6 bemoles, como corresponde al tono de sol bemol.
Incuestionablemente no le podía ocurrir otra cosa sino que se le viniera encima todo el entramado armónico del 3º movimiento.
Imagínense esa clave de Do en 4ª desprendida, cayendo a plomo sobre su cabeza; los cientos de fusas arpegiadas despeñándose en picado con sus plicas afiladas hacia abajo, como un ejército de avispas irritadas aguijoneando su espalda, y los maliciosos silencios de corcheas mandándolo a callar.
Fue en ese momento, justo en ese momento, cuando, en un ataque de ira incontrolado, exclamó: “Tchay! - Kovsky!”, que, como ya expliqué al principio, significa: “qué le vamos a hacer, empezaré de nuevo”. Y acto seguido, le dio una patada al atril, rompió las partituras, (las francesas y las rusas) y nos quedamos sin el concierto nº 4 para piano y orquesta en Fa# menor.
Estimo que ya se habrán percatado de que de ahí le viene el nombre o apodo de Tchaykovsky.
Evidentemente también ha quedado clara la íntima relación que existe entre el paradigma de Newton y el concierto de Pyotr.
Por último, y ya concluyo, como decía monseñor Añoveros, y después se tiraba hablando dos horas más, entre “ya concluyo” y “termino con esto”, queda por demostrar la desmitificación de la teoría de la relatividad y su relación asociada a la ley de la gravedad.
Sí señor, todo eso no fue más que una pantomima inventada por Newton para distraer la atención de la Inquisición que, en aquella época lo estaba investigando por unos asuntillos de prevaricación y cohecho denunciados por un muchacho (garçon en francés), cuyo nombre no recuerdo bien, pero creo que era afín a uno de los tres Reyes Magos.
Vamos a ver si me explico: Estaba yo haciendo la mili en el cuartel de instrucción de San Fernando…
A propósito de mili: (el último inciso, por mi madre). Me viene a la memoria que en aquella época, y para sacar unas perrillas, yo le estaba dando clases de música y guitarra a la hija de un coronel americano. Y recuerdo que su padre me invitó a un concierto en la base naval de Rota.
Fuimos en su coche y, cuando llegamos a la sala del concierto, había una cola enorme para entrar. Yo me dije para mis adentros: “Esta cola no me la chupo yo. Voy con el coronel. Seguro que nos colamos.”
Y un cuerno! Media hora esperando. Imagínense la mentalidad de aquella época. Afortunadamente hoy eso no existe. Ya no hay enchufismos ni prerrogativas para nadie. Todos iguales!
Estaba comentando lo del cuartel de San Fernando. Pues bien, en una de las clases teóricas, un sargento nos abrió los ojos. Nos dijo: “Suponed que yo tiro una piedra hacia arriba. Llega un momento en el que deja de ascender y vuelve de nuevo hacia abajo. ¿Sabéis por qué se produce este fenómeno? Muy fácil: por las teorías de Newton y la ley de la gravedad. Pero no os preocupéis, porque si esas teorías y esas leyes no existieran, la piedra caería también, pero impulsada por su propio peso.”
Así que, señores, si la piedra cae por su propio peso, lo de Newton es un cuelo. No? No se pierdan el último capítulo que tratará sobre la casuística de la auto introducción del voto en la urna electoral y los cabreos supinos que algunos se atrapan, de conformidad con lo dispuesto en el punto 3 del artículo ochenta y seis, Sección XIII, Capítulo VI, Título I, de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General vigente, o como diría el mismísimo José Larralde: “Nunca trates de erigirte en juez de problema ajeno. El rancho tuyo esta lleno de cosas por arreglar”.
Manolo Argumedo.
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domingo, 7 de junio de 2009
El paradigma (1ª PARTE)
“No te preocupes si has ido o no has ido a votar, pregúntate quién eres tú y encontrarás el camino de tu propia identidad” (Cayus Bovis 326 DC.)
Impactado por el advenimiento imparable de los nuevos paradigmas que han de regir nuestras vidas y, en esencia, nuestra espiritualidad, me gustaría, dentro de mi ignorancia, hacer algunas reflexiones y puntualizaciones que vengan a rebatir las teorías más insurgentes y sediciosas surgidas en esta materia, y que van en contra de todo lo dogmatizado, profesado y aseverado hasta ahora.
Ya lo decía el que afirmaba que teniendo en cuenta la proliferación básica de un índice meramente cuantitativo, se hacía necesario tener en cuenta, desde un punto de vista estrictamente científico, que lo que hasta ahora se creía como la evolución paradigmática de la desaceleración del núcleo, se basaba íntegramente en su propia esencia y por ende en su estructura cósmica y molecular, o, en algunos casos, como afirman determinados teóricos, en su estructura interplanetaria. (Smith Sulyvan “1.896-1958+”)
Ya en el siglo pasado el eminente científico y torero alemán Günther Essen, en sus obras “Tamquam tabula rasa in qua nullum scriptum est” y “Nullum iam dictum est quod non sit dictum prius” afirmaba categóricamente que la evolución cuántica del paradigma verdiano, (o lo que, es lo mismo, la teoría empírica de los brotes verdes), se relacionaba intrínsicamente con la creencia popular, no menos cargada de sabiduría y experiencia, al mantenerse en sus trece que no por mucho tempranar amanece más madruga.
No puedo menos de citar y traer a colación al gran filósofo y fontanero griego Vulgarakis Karapapas, en su extensa y prolija obra posteriormente traducida al latín: “Nemo timendo ad summum pervenit locum” haciendo alusión expresa a la teoría teo-filo-taurina del genio dramaturgo “Locum islegnum”, más conocido popularmente como, “salinarum majaretus”, en cuanto al miedo escénico de banderilleros y peones de confianza; y profundizando extensamente en la mistificación del horizonte de la fiesta popular.
Evidentemente no se trata de que el horizonte de una corrida que se vea desde una barrera a la sombra, fumándose un buen habano y con vistas al mar, sea erróneo. No!, es sencilla y simplemente muy relativo. En cambio el horizonte que se ve desde lo alto de un rascacielos a plena solana es más adecuado, menos relativo y puede proporcionar una panorámica distinta del mismo coso taurino. Porque a nadie escapa que, desde el rascacielos más alto de San Fernando, siempre se vislumbrará una perspectiva más extensa, más amplia, más espaciosa, más vasta. Incluso me atrevería a decir por qué no, más dilatada. Pero eso sí, con menos detalles.
Pero volvamos a centrarnos en el entorno de lo que hemos venido en llamar la evolución cuántica del paradigma verdiano, en cuanto a la relación metafísica de la comunicación humana:
Imaginémonos por un momento que, por ejemplo, Piluca le dice a su amiga Jennifer-Nerea, “Oye chica, ahora que llega el verano, por qué no vamos a Caprabo a comprarnos un modelito para la playa”.
Ustedes mismos saben sobradamente que este pensamiento paradigmático sería imposible en Jimena de la Frontera, pongamos por caso. Porque fundamentalmente a nadie se le escapa que en Jimena de la Frontera ni hay Playa, ni hay Caprabo. Y así lo podríamos ir viendo en todas las líneas del desarrollo popular de la comunicación.
¿Cómo vamos a conseguir entonces cambiar la estructura de nuestro intelecto, nuestro pensamiento y nuestra propia ideología, si no tenemos completa seguridad en nosotros mismos?
El ilustre pensador estadounidense Donald Starskhyhach muy en consonancia con la ideología del insigne premio Nóbel austriaco Radoslaw Strauss, asevera categóricamente que la hipótesis de (Smith Sulyvan “1.896-1958+”) en cuanto a la proliferación básica, incide en esa falta de confianza que nos atenaza y nos aterra a la hora de tomar una determinación decisiva.
Pero dejemos este caso por el momento y pasemos a valorar intrínsicamente la mecánica kaftiana en la casuística del mundo canino.
¿Se acuerdan vds. del perro de la Señora Paca? Sí, hombre!, ese encanto de chucho que traía a mi primo José Alberto por la calle de la amargura….. CONTINUARÁ
(No se pierdan el próximo capítulo que versará sobre el tratado de las nubes según sus formas y posibilidades.), o como diría el mismísimo José Larralde, “¿cuánto tiempo se precisa pa saber cada vez menos?”
Manolo Argumedo
Impactado por el advenimiento imparable de los nuevos paradigmas que han de regir nuestras vidas y, en esencia, nuestra espiritualidad, me gustaría, dentro de mi ignorancia, hacer algunas reflexiones y puntualizaciones que vengan a rebatir las teorías más insurgentes y sediciosas surgidas en esta materia, y que van en contra de todo lo dogmatizado, profesado y aseverado hasta ahora.
Ya lo decía el que afirmaba que teniendo en cuenta la proliferación básica de un índice meramente cuantitativo, se hacía necesario tener en cuenta, desde un punto de vista estrictamente científico, que lo que hasta ahora se creía como la evolución paradigmática de la desaceleración del núcleo, se basaba íntegramente en su propia esencia y por ende en su estructura cósmica y molecular, o, en algunos casos, como afirman determinados teóricos, en su estructura interplanetaria. (Smith Sulyvan “1.896-1958+”)
Ya en el siglo pasado el eminente científico y torero alemán Günther Essen, en sus obras “Tamquam tabula rasa in qua nullum scriptum est” y “Nullum iam dictum est quod non sit dictum prius” afirmaba categóricamente que la evolución cuántica del paradigma verdiano, (o lo que, es lo mismo, la teoría empírica de los brotes verdes), se relacionaba intrínsicamente con la creencia popular, no menos cargada de sabiduría y experiencia, al mantenerse en sus trece que no por mucho tempranar amanece más madruga.
No puedo menos de citar y traer a colación al gran filósofo y fontanero griego Vulgarakis Karapapas, en su extensa y prolija obra posteriormente traducida al latín: “Nemo timendo ad summum pervenit locum” haciendo alusión expresa a la teoría teo-filo-taurina del genio dramaturgo “Locum islegnum”, más conocido popularmente como, “salinarum majaretus”, en cuanto al miedo escénico de banderilleros y peones de confianza; y profundizando extensamente en la mistificación del horizonte de la fiesta popular.
Evidentemente no se trata de que el horizonte de una corrida que se vea desde una barrera a la sombra, fumándose un buen habano y con vistas al mar, sea erróneo. No!, es sencilla y simplemente muy relativo. En cambio el horizonte que se ve desde lo alto de un rascacielos a plena solana es más adecuado, menos relativo y puede proporcionar una panorámica distinta del mismo coso taurino. Porque a nadie escapa que, desde el rascacielos más alto de San Fernando, siempre se vislumbrará una perspectiva más extensa, más amplia, más espaciosa, más vasta. Incluso me atrevería a decir por qué no, más dilatada. Pero eso sí, con menos detalles.
Pero volvamos a centrarnos en el entorno de lo que hemos venido en llamar la evolución cuántica del paradigma verdiano, en cuanto a la relación metafísica de la comunicación humana:
Imaginémonos por un momento que, por ejemplo, Piluca le dice a su amiga Jennifer-Nerea, “Oye chica, ahora que llega el verano, por qué no vamos a Caprabo a comprarnos un modelito para la playa”.
Ustedes mismos saben sobradamente que este pensamiento paradigmático sería imposible en Jimena de la Frontera, pongamos por caso. Porque fundamentalmente a nadie se le escapa que en Jimena de la Frontera ni hay Playa, ni hay Caprabo. Y así lo podríamos ir viendo en todas las líneas del desarrollo popular de la comunicación.
¿Cómo vamos a conseguir entonces cambiar la estructura de nuestro intelecto, nuestro pensamiento y nuestra propia ideología, si no tenemos completa seguridad en nosotros mismos?
El ilustre pensador estadounidense Donald Starskhyhach muy en consonancia con la ideología del insigne premio Nóbel austriaco Radoslaw Strauss, asevera categóricamente que la hipótesis de (Smith Sulyvan “1.896-1958+”) en cuanto a la proliferación básica, incide en esa falta de confianza que nos atenaza y nos aterra a la hora de tomar una determinación decisiva.
Pero dejemos este caso por el momento y pasemos a valorar intrínsicamente la mecánica kaftiana en la casuística del mundo canino.
¿Se acuerdan vds. del perro de la Señora Paca? Sí, hombre!, ese encanto de chucho que traía a mi primo José Alberto por la calle de la amargura….. CONTINUARÁ
(No se pierdan el próximo capítulo que versará sobre el tratado de las nubes según sus formas y posibilidades.), o como diría el mismísimo José Larralde, “¿cuánto tiempo se precisa pa saber cada vez menos?”
Manolo Argumedo
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